viernes, 9 de enero de 2015

La Central Montemartini: ejemplo de reconversión de un edificio industrial en museo.

Situada en la vía Ostiense de Roma, entre los Mercados Generales y la orilla izquierda del Tíber, la Central Termoeléctrica de Montemartini fue a principios del siglos XX,  el primer establecimiento público para la producción de energía eléctrica de la capital italiana.

En esta ocasión la AC. El Bloque ofrece imágenes y otros recursos asociados a esta histórica instalación.









La Central Termoeléctrica de Montemartini.

Su historia es anterior a la Hacienda Elettrica Municipale, la actual Acea, nacida en 1909. Hoy es el segundo polo expositivo de los Museos Capitolinos y alberga un considerable número de esculturas de la Antigüedad clásica halladas durante las excavaciones realizadas en Roma entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.



La primera instalación eléctrica municipal de Roma recibe el nombre del ingeniero Giovanni Montemartini, asesor del Tecnológico de la Junta de Ernesto Nathan, encargado de preparar el proyecto desde el punto de vista técnico y financiero. Tras diecisiete meses de intensos trabajos del ingeniero Puccioni, la Central fue inaugurada oficialmente, el 30 de junio de 1912, por el rey de Italia Victorio Emmanuel II.

Giovanni Montemartini (1867-1913)
En el año 1933, para adecuarse a las nuevas exigencias de la demanda pública y también privada, se instalan dos grandes motores diesel proporcionados por la empresa Franco Tosi, una modernísima maquinaria productiva con la que se alcanzó un aumento de la capacidad de producción de cuatro mil a once mil kilowatios. Durante la II Guerra Mundial fue la única planta eléctrica de la ciudad en funcionamiento, gracias a la ingeniosa estratagema de izar en ella una bandera de la Ciudad del Vaticano. Después del conflicto bélico, la Acea, restablece y moderniza la Central añadiendo una imponente construcción destinada a la instalación de tres calderas diesel para aumentar la producción.

A finales de los años cincuenta comienza el declive de la Central, la falta de automatismos –indispensables para un correcto funcionamiento de una instalación de grandes dimensiones– impiden cubrir la elevada demanda de electricidad que, a su vez, va asumiendo otros establecimientos térmicos, los elevados costes de manutención y una mala gestión, agravaron seriamente la situación de la planta. Finalmente, en 1963 un sector de la instalación queda fuera de servicio, pocos años después cesa su actividad, hasta que, en 1974 se clausura definitivamente.


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