En una conferencia pronunciada el pasado miércoles, en el marco de las
III Jornadas de Cultura del Agua
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Juan Ismael Santana |
El historiador Juan Ismael Santana abordó en la conferencia pronunciada el pasado miércoles 23 de octubre, en el marco de las III Jornadas de Cultura del Agua que tienen lugar en la Casa-Museo León y Castillo, la historia del denominado túnel de Las Longueras, en la isla de Gran Canaria, un sistema hidráulico singular tanto por su diseño como por su concepción, empleado para captar y transportar aguas superficiales procedentes de las avenidas invernales, y aguas subálveas o subterráneas.
Construido
por la centenaria Heredad de Aguas de la Vega Mayor de Telde, dirigida a
finales del siglo XIX y principios del XX por miembros influyentes de la
política local y de la burguesía mercantil de la Isla, el objetivo de esta obra
–según Santana- “era
aumentar el caudal de agua y su calidad, en el marco de una época caracterizada
por la búsqueda desenfrenada por aumentar el rendimiento del cultivo de la
platanera, que se exportaba al extranjero”.
Su proyecto
faraónico tardaría 33 años en ejecutarse, y consistió en la canalización de
todas las aguas que procedían de las alturas cumbreras, así como de minas y
galerías por medio de un túnel o galería excavado en el duro basalto y estratos
de un antiguo cauce, en un recorrido de 3,6 Km, desde la zona conocida como Las
Longueras, hasta Tecén, en el límite con el municipio de Valsequillo.
Según
señala el historiador, “el túnel de Las Longueras se concibe como un
sistema hidráulico mixto de 3.600 m.de longitud, para captar y transportar las
aguas subálveas y superficiales, conformado por una galería perforada en
la roca basáltica que en ciertos tramos capta las aguas subálveas mediante
galerías filtrantes situadas en los laterales y que cortan transversalmente el
cauce. Esta conducción se desarrolla en la margen derecha del barranco
Real de Telde, de naciente a poniente, entre San José de Las Longueras y Tecén”.
Fue a principios
del siglo XX y más concretamente entre 1902 y 1904, cuando la Comunidad
de Regantes de la Vega Mayor de Telde se interesa por “la formación de un
proyecto general para la canalización de las aguas del Heredamiento, desde la
Cumbre de Valsequillo hasta la Vega de Telde, trayéndolas por galerías,
túneles y acueductos de argamasa hasta “Los Ríos”, comisionando para ello a
Pedro del Castillo Manrique de Lara, Carlos Navarro Ruiz y al Presidente del
Sindicato.
Santana
señala que con ello, según los directivos de la Comunidad, se “reportaría
ventajas considerables a todos los partícipes de la Comunidad, contribuyendo en
gran manera al desarrollo de la agricultura y al comercio de la localidad,
probando lo que antecede con el ejemplo dado por los partícipes de otros
Heredamientos de esta Isla”. A
estas consideraciones generales habría que añadir otras más precisas como
evitar la pérdida excesiva del preciado recurso, bien por evaporación,
infiltración en el terreno, robos de aguas o mal uso por parte de terceros.
Este ideal se materializará a mediados del siglo XX, sostiene el conferenciante.
En 1930
culminaron las obras proyectadas en 1916 por Cayetano Arocena, interviniendo en
1927 Simón Benítez Padilla, quien realizó plano de ampliación de esta conducción,
pero sin llegar a representar el último tramo y conexión con la Mina de El
Pastel.
Según explica
Santana, “durante los años 30 los trabajos se orientaron
a la compra de subsuelos en Hoyas de Manrique, Valle de los Nueve, El Pastel y
Tecén y a la prolongación de minados superiores, como La Mina de El Pastel,
hasta encontrarse con el túnel que venía de las Longueras. En septiembre de
1940 se materializó la conexión definitiva y el término de las obras que
duraron 33 largos años, durante los cuales la Heredad tuvo que salvar ciertos
obstáculos, pero que tras vencerlos hizo realidad una vieja aspiración: la
canalización subterránea de sus aguas”
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