El investigador teldense protagonizó junto a Juan Alonso Castellano el segundo día de las Jornadas de Cultura del Agua.
Pelayo Suárez Alejandro |
Las heredades de aguas de Gran Canaria centraron ayer martes el segundo día de las Jornadas de Cultura del Agua que, organizadas por el colectivo El Bloque, se celebran esta semana en la CasaMuseo León y Castillo de Telde. El investigador teldense Pelayo Suárez y el vicepresidente de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, Juan Alonso Castellano, fueron los dos ponentes de excepción encargados de profundizar en la historia y características de estas organizaciones hidráulicas.
Semblanza histórica de las heredades de Gran Canaria La primera de las dos conferencias del día fue la realizada por Juan Alonso Castellano, licenciado en Medicina y vicepresidente de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. Un gran conocedor de las heredades de aguas y su funcionamiento interno que profundizó en la trayectoria histórica de estas instituciones hidráulicas en Gran Canaria.
Según expuso, fueron las de Las Palmas, Bucio y Briviesca las primeras en constituirse en la Isla. Todo ello después de que, a raíz de la conquista que iniciara Juan Rejón y culminara Pedro de Vera, los primeros repartimientos de tierras y aguas realizados “sin la equidad y justicia adecuada” dieran origen a unas protestas y reclamaciones que llegaron a oídos de la propia Corona de Castilla.
Este hecho originó que la reina Juana de Castilla enviara al licenciado Ortiz de Zárate con una Real Cédula para organizar estos repartimientos. Eso sí, atendiendo esta vez las particulares necesidades y modalidades existentes por aquella época en cada una de las zonas de la Isla.
Es ahí cuando Juan Alonso Castellano fija la constitución de estas primeras heredades, las cuales fueron dotadas a posteriori de ordenanzas que regulaban los riegos a través de la Policía o Alcaldes de Aguas, una figura esta última extinguida hacia 1.823.
Pese a que estas tres primigenias heredades fueron constituidas prácticamente al mismo tiempo, es la de Las Palmas de la que se tiene una constancia documental más antigua.
En su disertación, el ponente también detalló algunos datos históricos de los proyectos más relevantes ejecutados por estos entes, como el trasvase de la cuenca occidental de Tejeda a la oriental de Las Lagunetas y San Mateo. Una actuación acometida por un importe de 25.000 maravedíes debido a la disminución de los caudales del barranco Guiniguada, el cual surtía del preciado líquido a la ciudad capitalina, que por entonces apenas constaba con 1.000
habitantes.
Por otra parte, Juan Alonso Castellano incidió en otras cuestiones como el reparto y la administración de las aguas, las cuotas de participación o el patrimonio de las heredades, destacando, además de las tres históricas ya citadas, las de Vegueta, el Dragonal, Triana o Fuente de los Morales.
La Heredad del Valle de los Nueve y sus galerías A continuación fue Pelayo Suárez Alejandro, investigador y profesor jubilado, el que tomó la palabra para disertar sobre la Heredad del Valle de los Nueve y sus galerías de agua. Una centenaria institución cuya creación se data a partir de la génesis del repartimiento de las tierras y aguas en Telde, en el año 1.501, y que no solo contribuyó en gran medida al protagonismo agrícola del Valle de los Nueve, sino también de otros puntos del municipio.
En su exposición, Suárez, que mantiene un fuerte compromiso con el Valle de los Nueve, en donde nació, destacó la significación de la Heredad como testimonio permanente y elemento aglutinador de la cultura, así como de principal fuente de riqueza y supervivencia para los habitantes de esta zona.
Según expuso, sus aguas posibilitaron el desarrollo de la industria en tierras teldense, elaboradora del tan “esencial” alimento que nutrió a los habitantes de Telde y de la Isla. Principalmente productos como el gofio. Un caudal que fue empleado para ahorrar los costes de producción, supliendo para ello las carencias técnicas con el aprovechamiento de la energía obtenida por entonces con el salto del agua utilizado para mover las piedras de los molinos.
Entre los aspectos destacados por Pelayo Suárez, tuvo un lugar destacado el rico patrimonio etnográfico de la Heredad. Un legado hidráulico compuestos por acequias, machos de riego, estanques y albercones, platos de reparto, acueductos y lavaderos, además de por un complejo sistema de cantoneras, “obras de arte etnográficas” ubicadas, según apuntó el investigador, en lugares estratégicos a lo largo de los ramales de riego de esta institución.
Todo ello, complementado también por el patrimonio intangible que conformaban los profesionales del sector, tales como celadores, guarda jurados, repartidores, rancheros, acequieros y alcaldes de agua, y por el léxico tradicional que ha dejado en la memoria colectiva todo un “ritual” de expresiones.
Fuente:Teldeactualidad.com
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