Se publica el primer estudio que muestra todos los acuíferos escondidos bajo tierra. Los nitratos contaminan el 25% de las aguas subterráneas españolas.
Menos del
6% del agua
subterránea
que se
encuentra
en los dos
primeros
kilómetros
desde la
superficie de
la Tierra se
renueva
durante en
el
transcurso
de vida de
una
persona
Las aguas subterráneas son uno de los
recursos naturales más explotados, y uno
de los más codiciados, y su edad puede
oscilar desde meses a millones de años.
Por primera vez, y tras algunos cálculos
del volumen global de aguas
subterráneas realizado en los años
setenta del siglo pasado, un grupo
internacional de hidrólogos ha realizado
la primera estimación basada en datos de
la presencia total de las aguas
subterráneas en la Tierra.
El estudio, publicado hoy en Nature Geoscience, ha sido liderado por Tom Gleeson, investigador de
la Universidad de Victoria (Canadá) junto a otros investigadores de la Universidad de Texas (EE UU),
la Universidad de Calgary (Canadá) y la Universidad de Gotinga (Alemania).
La mayor parte del estudio muestra la historia de los acuíferos recientes. “Menos del 6% del agua
subterránea que se encuentra en los dos primeros kilómetros desde la superficie de la Tierra se
renueva durante en el transcurso de vida de una persona”, explica Gleeson.
“Sabemos que los niveles de agua de muchos acuíferos están cayendo, lo
que significa que estamos usando nuestros recursos de agua subterránea
muy rápido, más rápido de lo que se están renovando”, indica.
La investigación proporciona información importante para la gestión del
agua y el desarrollo de políticas medioambientales, así como para
científicos cuya área de investigación sea la hidrología, la ciencia
atmosférica, la geoquímica y la oceanografía. “El mapa puede ayudar a
mejorar la gestión de los recursos de aguas subterráneas de un modo
sostenible”, añade.
Tras estudiar múltiples bases de datos (en las que se incluyen los datos de cerca de un millón de
cuencas), y más de 40.000 modelos de aguas subterráneas, el estudio ha calculado que existe un
volumen total de 23 millones de kilómetros cúbicos de aguas subterráneas de los cuales 0,35
kilómetros cúbicos tienen menos de cincuenta años.
¿Por qué es importante diferenciar el agua antigua de la moderna? Tanto una como otra son
fundamentalmente diferentes en la forma que interactúan con el resto del agua y los ciclos climáticos.
El agua antigua se encuentra en zonas más profundas y se utiliza habitualmente en la agricultura y la
industria. A veces contiene arsénico o uranio y normalmente es más salada que el agua de mar. "En
algunas partes, el agua salada es tan vieja, y está tan aislada y estancada que no es renovable", dice
Gleeson.
El volumen de agua subterránea moderna contiene todos los otros componentes del ciclo activo del
agua y es un recurso más renovable pero, debido a que está más cerca del agua de la superficie y se
mueve más rápido que el agua antigua, también es más vulnerable al cambio climático y a la
contaminación procedente de la actividad humana.
Los mapas del estudio muestran la mayor parte del agua subterránea moderna en regiones tropicales
y de montaña. “Las zonas azules oscuras del mapa corresponden al agua subterránea que es
rápidamente renovada. Las zonas azules claras indican las zonas donde la mayor parte del agua
subterránea está estancada y no es renovable”, señala el investigador.
Algunos de los más grandes depósitos están en la cuenca del Amazonas, el
Congo, Indonesia, y el norte y centro de América a lo largo de las
Montañas Rocosas y la cordillera occidental hasta el final de América del
Sur. Las altas latitudes del norte están excluidas de los datos porque el
satélite no las cubre. En cualquier caso, esta zona es en gran parte una
gran capa de hielo con poca agua subterránea bajo ella. No sorprende a los
investigadores que la menor parte de agua subterránea moderna esté en
regiones más áridas como el Sáhara.
“De forma intuitiva, esperamos que las áreas más secas tuvieran menos
agua subterránea joven y que las zonas más húmedas tuvieran más, pero
antes de este estudio todo lo que teníamos era una intuición. Ahora,
tenemos una estimación cuantitativa que comparamos con las
observaciones geoquímicas”, indica Kevin Befus, coautor del estudio.
El próximo paso de los investigadores consistirá en diseñar un cuadro
completo de cómo de rápido estamos agotando tanto el agua subterránea
antigua como joven, para analizar el volumen de agua subterránea con
relación a cuánta está siendo usada y gastada.
“Nuestro estudio ponen de manifiesto que nuestros recursos de aguas
subterráneas jóvenes son un recurso finito que tenemos que manejar
mejor”, concluye Gleeson.
“Cuando sepamos cuánta agua subterránea está siendo gastada y cuánta
hay, seremos capaces de estimar cuánto tiempo disponemos hasta que nos
quedemos sin ella”, indica Gleeson. Para hacerlo, los investigarán harán
otro estudio futuro usando un modelo a escala global.
Fuente: El País.com
Fuente: El País.com
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